Cada lanzamiento que pasa de cualquier distribución Linux consolidada no hace más que corroborar una realidad: cada vez son mejores.
Y esto es un problema ya que es más difícil elegir con cual te quedas, aunque mirándolo desde otro punto de vista, esto es en realidad una gran ventaja y una bendición: ya no importa tanto cuál te instales, las pequeñas diferencias (Yast, Servidores Ubuntu, Sistema Bundle, etc) solo son sabores de un caramelo que seguro que cumple las expectativas.
Todo esto viene a cuento porque el otro día instalé openSUSE 12.2 a un amigo (que creo que viendo el resultado ya está preparado para hacerlo él la próxima vez). Como tenía prisa le instalé la última versión de un sistema operativo que tenía a mano, concretamente, openSUSE 12.2 Live KDE .
El resultado fue realmente espectacular:
- La instalación fue increíblemente rápida, apenas 7 pantallas de interacción.
- Al poner el mismo usuario, la configuración del escritorio KDE se mantuvo (menos mal, con lo que cuesta que todo esté a tu gusto)
- La impresión visual es espectacular, todo parece más limpio y nítido.
- La actualización del sistema posterior fue perfecta, sin ningún contratiempo ni pregunta extraña de conflictos (que ponen muy nervioso a mi amigo ya que sus conocimientos de inglés son limitados)
- Algunos pequeños ajustes para algunos permisos de un disco duro (cambiarlo al grupo users) , la falta de codecs multimedia y la instalación «manual» de la tarjeta gráfica, los únicos contratiempos.
En fin, una experiencia muy gratificante y satisfactoria que hacen que tenga mi corazón dividido entre openSUSE y Kubuntu.